El sábado 11 Carina y yo nos
dispusimos a hacer autoestop desde Sandakan hasta el parque natural de Kinabalu
y después de 9 coches y 1 camión
conseguimos llegar a nuestro destino donde se encuentra el pico más alto de
borneo y por extensión de toda malasia.
Llegamos a la guest house situada a mitad de camino cansados tras 4km de continua subida pero con la satisfacción de haber llegado a la meta. Después de elegir habitación y ducharme bajé al comedor donde me reuní con Math, los chinitos y otros excursionistas para compartir el excelente bufé, recargar las pilas e ilusionarnos con la conquista de la cima y la vista del amanecer al día siguiente.
Al día siguiente tocaba levantarse temprano a las 2h para empezar a caminar. Como sospechaba mis chinitos no estaban preparados y me tocó esperar un buen rato hasta que pude empezar a caminar. Mis nervios se erizaban al ver como hordas de domingueros chinos ataviados con kits de montaña último modelo salían hacia la cima mientras que yo esperaba a que mis compañeros terminaran de desayunar.
Cuando llegamos la tarde se
había vuelto desapaciblemente fía y una lluvia torrencial caía sobre nuestras
cabezas. Antes de nada lo primero fue encontrar alojamiento. Como los precios
dentro del parque natural son extremadamente caros caminamos a lo largo de la
carretera hasta que encontramos una guest house con dormitorios por 20myr.
A la
mañana siguiente me levante temprano para acercarme al parque y arreglar toda mi
excursión mientras Carina seguía camino hacia Kota Kinabalu. Llegué a la
oficina del parque y pagué por la estancia. Luego tocaba acercarme hasta la
oficina de los guías y pagar de nuevo porque de lo contrario, no te dejan
subir. Realmente no necesitas para nada el guía y el precio es extremadamente caro
pero era la única forma de subir así que esperé hasta que encontré a dos
chinitos muy majos y me acoplé para compartir su guía.
Empezamos
a subir con el objetivo de llegar a la guest house que se encuentra a mitad de
camino a unos 3000m de altura. Enseguida me di cuenta que mis chinitos no eran
lo que se dice chicos de campo y su preparación física dejaba bastante que
desear. Así que poco a poco se fueron quedando atrás y yo me fui adelantando y
conociendo a otra gente como fue el caso de Math, un australiano muy majete que
vive en Hong-Kong y que tenía un paso más decidido. Poco a poco fui encontrando
un mi paso y disfrutando de la ascensión entre unos paisajes maravillosos.
Llegamos a la guest house situada a mitad de camino cansados tras 4km de continua subida pero con la satisfacción de haber llegado a la meta. Después de elegir habitación y ducharme bajé al comedor donde me reuní con Math, los chinitos y otros excursionistas para compartir el excelente bufé, recargar las pilas e ilusionarnos con la conquista de la cima y la vista del amanecer al día siguiente.
Al día siguiente tocaba levantarse temprano a las 2h para empezar a caminar. Como sospechaba mis chinitos no estaban preparados y me tocó esperar un buen rato hasta que pude empezar a caminar. Mis nervios se erizaban al ver como hordas de domingueros chinos ataviados con kits de montaña último modelo salían hacia la cima mientras que yo esperaba a que mis compañeros terminaran de desayunar.
Por
fin llegó el momento y tras una pequeña charla de nuestro guía empecé a subir. Como
me temía delante de mí la gente en medio de la oscuridad de la noche miles de
luces de linternas se agolpaban en las escaleras y la subida se hacía
eternamente lenta. Yo aprovechaba cada hueco para colarme entre la gente y
adelantar posiciones hasta que conseguí ponerme el primero en la subida y a
partir de ese momento la tranquilidad y el silencio fueron mis compañeros de
subida. La sensación era espectacular. La noche y el silencio me dejaban sentir como mi cuerpo se esforzaba en cada paso que daba mientras subía.
El frío se hacía más
intenso y tuve que ponerme la chaqueta que utilicé para subir el Anapurna. No
existía nada más que yo y 2km de ascensión hasta llegar a la cima. Mis pasos
eran lentos pero decididos y mi cuerpo estaba cargado de energía, sentía como
si pudiera subir a la cima del mundo.
Poco
a poco los 4095 metros de altura se acercaban y en el horizonte aparecía un cartel
entre las sombras, había llegado al final, lo había conseguido otro pico más
dentro de este maravilloso viaje. Ahora sólo quedaba esperar en el frío de la
noche hasta que amaneciera y pudiera disfrutar de las maravillosas vistas.
Después
de disfrutar de un amanecer simplemente increíble quedaba la parte más dura de
toda la excursión, descender los 4095m en una sola jornada. Tardamos algo más
de cuatro horas en llegar al campo base.
Mis rodillas estaban destrozadas después de bajar miles de escalones y piedras pero por fin lo había conseguido, había conquistado el pico más alto de Malasia, ya sólo quedaba recoger mis cosas y hacer autoestop hasta Kinabalu para preparar mi siguiente viaje a la punta de borneo. Pero eso será parte de otro post.
Mis rodillas estaban destrozadas después de bajar miles de escalones y piedras pero por fin lo había conseguido, había conquistado el pico más alto de Malasia, ya sólo quedaba recoger mis cosas y hacer autoestop hasta Kinabalu para preparar mi siguiente viaje a la punta de borneo. Pero eso será parte de otro post.
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